martes, 1 de diciembre de 2009

Culpar

Aunque los otros tengan defectos,
Concéntrate en los propios.

Algunas personas tienen el hábito de culpar a otros. Tal vez todos tengamos esta debilidad. La lista de chivos expiatorios para nuestras miserias es ingeniosa e interminable. Los padres, la comunidad, los maestros, el gobierno e incluso demonios y dioses son todos invocados cuando tenemos problemas. Si las dificultades verdaderamente vienen de fuera, el problema no es el culpar. En esos casos, el curso de acción es muy claro: Neutralizar esa influencia. Si el problema viene de dentro, la solución también tiene que venir de adentro. Antes de que culpes a los amigos, parientes, o maestros por malos hábitos y falta de visión, deberías recordar que no hay que culpar a nadie sino a ti mismo.

Es igualmente un error el perder autoestima simplemente porque tienes algunos defectos. Ver tus deficiencias y tomar medidas para eliminarlas debería ser visto como un proyecto desapasionado. No eres despreciable porque asumes la tarea de elevarte sobre tus defectos. Esa descripción es sólo para quienes nunca intentan perfeccionarse a sí mismos. Todos tenemos un núcleo perfecto, un yo especial dentro. Esa pureza es perfecta y sagrada; por lo tanto, nadie es peor que otro.

Todos estamos en este planeta simplemente para volver a alcanzar ese yo puro. Cuando alcanzamos ese espíritu, no hay defectos y no hay culpa.