viernes, 18 de septiembre de 2009

Primavera

El sol y la luna dividen el cielo,
Florece la fragancia en las huesudas ramas del peral:
La tierra se despierta en un suspiro.
El trotamundos solitario se deleita en el sendero.

Es el momento del equinoccio, en que el día y la noche son brevemente iguales. Este día señala el comienzo de la primavera, el aumento de la luz, y el retorno de la vida a la tierra congelada.

Por supuesto, este día sólo representa un momento en el tiempo. La primavera ha estado regresando desde hace tiempo, y sabemos que el verano le seguirá pronto. El ciclo de las estaciones continuará sucesivamente. No hay tal cosa como una verdadera detención en el tiempo, porque todo es un continuo. La naturaleza hace sus propias concordancias como una mera consecuencia a su movimiento; somos nosotros quienes vemos la estructura y le damos nombre a los patrones.

¿Pero quién puede escatimarle placeres eventuales a un viajero solitario? Salgamos y disfrutemos el día, deleitémonos en la llegada de la primavera, regocijémonos en el entibiarse de la tierra. Porque aunque la tierra pueda estar cubierta de escarcha, el movimiento y el crecimiento están sucediendo a todo nuestro alrededor. La belleza al desnudo llena nuestros ojos y nos emborracha. Al pasear por las interminables montañas y arroyos, llenando nuestros pulmones con el aliento de los bosques, encontremos confort en ser parte de la naturaleza. Que la vida ya tiene suficiente miseria y desventuras. La filosofía nos recuerda suficientemente la fugacidad de la vida. Que nos de el encanto de lo efímero, y que silencie a todo aquel que lo objetaría.

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