sábado, 7 de noviembre de 2009

Atracción

El pavo real iridiscente en verídicas sombras.
Violetas en flor se despliegan al sol del mediodía.
La belleza del mundo es un remolino de colores,
Pero en el centro de la flor hay brillante quietud.

Este mundo es movimiento. Su naturaleza es el cambio constante, la variación infinita. Sin la variación infinita habría estancamiento, porque alcanzaríamos los límites. Pero todos los límites son en realidad arbitrarios. La vida es una ecuación sin fin de oscuridad, brillantez, color, sonido, fragancia y sensación.

El pavo real atrae a su pareja a través de su plumaje; la flor atrae a la abeja con su color y fragancia. La belleza es llevada a la locura, es impulsada hacia más belleza, se pierde en la danza de la seducción. Nos suspendemos alrededor de los pétalos de las flores, borrachos en la emoción del color. Cautivados con la fragancia de un perfume evocador, somos movidos a actuar, a tocar, a llenar nuestros poco profundos recipientes con la plenitud de la dicha prometida.

Pero en el centro de la flor, todo es quietud. Cuando la danza de la belleza ha terminado, la culminación está a mano. En la vida, las atracciones son interminables. No deberíamos hacer más que lo que necesitamos para satisfacernos a nosotros mismos. Sumergirse más lejos es imprudente. Debemos recordar retirarnos y mirar dentro. En el exterior de nuestras almas, persisten la belleza brillante y el movimiento fantástico. Es sólo cuando vamos al centro de nuestras almas que estamos en el ojo de la tormenta, en el punto calmo de la existencia. Entonces todo es brillantez, energía condensada, insoportablemente fuerte y poderosa, absorta sin embargo en suprema quietud.

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